“Lo importante es no convertir el estilo en un mecanismo: eso sería la muerte” | ||||
Roberto D. Malatesta responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti | ||||
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Roberto
D. Malatesta nació el 27 de diciembre de 1961 en la ciudad de Santa Fe
(donde reside), capital de la provincia homónima, la Argentina. Es
Contador Público Nacional, egresado de la Universidad Nacional del
Litoral en 1989. Entre otras distinciones, obtuvo el Premio
Municipalidad de Santa Fe 1994 y el Premio José Pedroni 2000-2005, obra
édita, y 2006-2009, obra inédita. Su proyecto “Esperanza – Spoon River”
recibió la Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes. Coordinó
talleres literarios en instituciones de su provincia y el Ciclo
“Lecturas del Entrepiso” (Foro Cultural, extensión universitaria, UNL,
2010-2011). Efectuó reseñas literarias para las revistas “Fénix” y
“Omero”, y para el diario “El Litoral” de la ciudad de Santa Fe. Desde
2004 participa en congresos y encuentros en diversas localidades de su
país. Junto a la cantante ‘Flopa’ Lestani presentó espectáculos de
poesía y música. Poemas suyos fueron incluidos en volúmenes antológicos:
“Santa Fe al Norte”, “Premio Regional. Casa de la Cultura de Alvear”,
“75 Aniversario”, “Luz inagotable”, “Poetas 2. Autores argentinos de fin
de siglo”, “Señales de la nueva poesía argentina”, “Voix d’Argentine –
Voces argentinas”, “Poesía de pensamiento”, “Huellas de agua” y
“Francotrinadores santafesinos”. Desde 1984 ha publicado los poemarios
“De las cosas blancas”, “Casa al Sur”, “La prueba de la soledad”, “Del
cuidado de la altura del níspero”, “Las vacas y otros poemas”, “Flores
bajo la lluvia”, “Por encima de los techos”, “No importa el frío”,
“Cuaderno del no hacer nada”, “La nada que nos viste”, “El silencio
iluminado” (antología), “La estrella roja y otros poemas”, “La realidad
está en otra parte”, “Libro del pescador” y “Esperanza – Spoon River”. RDM: Mi primer acto de creación o de iniciación, lo he escrito en un poema de “La estrella roja y otros poemas”. La tormenta era inminente, yo era un chico de seis o siete años, pero tenías miles de años de antigüedad, ya comenzaba a soplar el viento y se sentía ese olor a Dios que la lluvia, entre otros elementos, trae. La calle era un río de tierra, era el barrio de mi abuela, en el mío también eran de tierra las calles, yo sentí ese llamado, el viento, la tormenta, la pronta llegada de la lluvia que pone al cielo a nivel de las manos y el rostro. Algo se disparó en mí, y me lancé a la calle a revolcarme, daba vueltas y vueltas en el polvo, no sé qué era aquella danza, fundirme con los elementos, ser uno en la creación, comulgar. Si hoy no lo entiendo completamente, menos en aquella oportunidad. Me fue mal, una vecina me vio y le contó a mi mamá, sin protestas la dejé aplicar su correctivo, ¿qué argumentar en mi defensa? RDM:
La inspiración, no, no se ve, fluye, abre la puerta, invita a la fuga.
Volvemos, si te quedás de ese lado enloquecerías totalmente. De chico,
uno casi que vivía inspirado, pero te enseñan a rechazar la invitación.
Existe. RDM:
Pablo Neruda tuvo una vida de absoluta locura: fue, vino, huyó, se
refugió, amó mil mujeres, fundó su raíz en lo inestable, murió amargo
viendo como se rompían sus sueños. Los libros autobiográficos de Neruda
puede que sean su obra mayor. Claro, está “Residencia en la tierra”. RDM:
No me gustan los lugares comunes de la lengua, rehúyo al refranero
popular, me aburren los que viven citando frases de uso colectivo.
Aunque por allí…: “La poesía sopla donde quiere”. RDM: Bohumil Hrabal, “Una soledad demasiado ruidosa”, nouvelle que es poesía pura, subrayé casi por completo el libro, historia de un perdedor magnífico, con tres relatos escatológicos y uno, de amor, que es una maravilla, y desde ya, la tristeza infinita. Un libro de poemas
que se puede leer como una novela, la “Antología de Spoon River” de
Edgar Lee Master, otra maravilla, el espíritu humano, su fragilidad, su
pecado, su lado oscuro expuesto verso tras verso. Un clásico, un
maestro. El final del cuento de Borges, “La escritura del Dios” … ¡ah! RDM:
Me remito a otra historia que pude incluir en un poema, “El pelo de los
Beatles”; yo era muy niño, estaba en la peluquería de mi madrina, allí
unas señoras comentaban con grandilocuencia y a grandes voces que “al
fin los Beatles se van a cortar el pelo”; no sabía qué eran esos
“Beatles”, pero las señoras hablaban con tal pesadez, dogmatismo y
engreimiento, que yo me puse del lado de los melenudos, deseé que pronto
me creciera el pelo, ser un Beatles. RDM: Posteridad… ya fue… cagada de palomas o disgregación en el polvo… Posteridad: ser viento. RDM:
Soy contador público, y de vulgares modos, como mi comprovinciano, el
poeta José Pedroni, la rutina de mi trabajo se me hace cada vez más
insoportable, aunque sea una rutina en constante composición o
descomposición. ¡Dios, la jubilación, aunque me conduzca al hambre
irremediable! RDM:
Todos tenemos nuestro estilo, y nuestras limitaciones, lo importante es
no convertirlo en un mecanismo, eso sería la muerte. RDM: La indignación es ver ese exhibicionismo que esgrime la absoluta certeza, el engreimiento, la autosuficiencia, en un ser, en una sociedad. Se supone que somos constante aprendizaje; nacimiento constante o fósil: son las opciones. También me indigna la
censura desde lo políticamente correcto. El arte no es moral y los
artistas, muchas veces, son seres viles elevados por la divinidad a
concluir una obra; los ciegos no lo ven así, y no verlo es violencia,
censurar es violencia. RDM:
Bueno, ya conté sobre mi niñez; va otra: era un niño que tenía como
libros preferidos la biblia y el diccionario, y a ello oponía todos los
juegos de pelota que derribaban en serie las planteras de mamá. De más
está decir que mi madre me prefería lector. RDM:
Ser un personaje de Jorge Luis Borges da un poco de miedo, quedarse del
otro lado del sueño o transitar la pesadilla, da miedo. Pero el
universo Borges es el infinito, ser un guapo o un inmortal, ser el que
cuenta “la” historia de su vida, el que se sienta en una mesa, vaso en
mano y dice: escuche Borges lo que le voy a contar. Por supuesto, no se
trata de mi voz, sino de la voz que Borges me dicta. RDM: Soy muy afecto al silencio, al pozo de la soledad, ese “El silencio iluminado”. La sorpresa, quizás la mayor, no suceda, es aquello que está a punto de ser, y no es, como en el poema citado de Montale, “Los limones”: “Ves, en este silencio en que las cosas/ se abandonan y próximas parecen/ a traicionar su último secreto”. La desolación es lo que no está, lo que se ha ido y el camino que se atraviesa a causa de ello. El fervor: las palabras de los poetas que acompañan. La intemperancia, como vicio o defecto por la palabra que debimos guardar sólo para nosotros mismos. RDM:
Ingenio e ironía, me gusta más que sarcasmo: destaco al maestro Javier
Adúriz, aunque no diría que la ironía prime en su obra, el ingenio sí,
eso sobra. Ya más cerca de lo caustico, y, claro está, no exento de
ingenio: Joaquín Giannuzzi. RDM:
Prefiero mis errores comprobables y comprobados, también son mi parte,
que los por comprobar, siempre son los peores, esa es mi apreciación, no
sé si la más apreciable, pero por ahí anda. RDM: Las
relaciones humanas son un misterio, pero si hay alguien que te parece
querible no busques más vueltas, si te preguntás cómo carajo aprecio a
este tipo que es tan opuesto a mí, es porque posee algo que supera tu
comprensión, pero está, lo trae consigo. Ahora, valorar y querer no
tienen por qué ser de la misma familia. Y creo que es más importante
querer que valorar, por allí valorar no tiene mérito, alguien tiene
valores, ha hecho cosas, entonces se lo valora. Pero querer es la
semilla de Dios. RDM: El mundo fue y
será… como dice el tango tantas veces censurado… Suele ser el infierno,
pero, o nos mimetizamos con él, o buscamos lo que en él es cielo, no
hay más alternativas (por supuesto, plagiado de Ítalo Calvino). RDM:
El mundo está lleno de seres anónimos que aman, trabajan y crean, no
figuran en las crónicas y ni les interesa. Están a la vuelta de la
esquina, te sirven el café o te dan el paso cuando ellos vienen por tu
derecha. Tengo, por ejemplo, un amigo, gran poeta, que ha entrado en el
absoluto silencio, no de la escritura, no le interesa nada del
“ambiente”, pero claro, no lo nombraré, sería traicionarlo. RDM:
Soy de la generación de Los Tres Chiflados, de esa no me curo más. Yo
hubiese querido ser un chiflado, en una de esas lo soy, al menos mi
apellido no lo desmiente. RDM: ¿Lejos? Ya a mi edad todo está más o menos lejos o no importa; aun así, trato de quererme, de ser feliz. RDM:
Aquí se termina la entrevista… no pienso escribir una novela… Pero si
me aceptás una respuesta, siendo tan solo y tanto, un hombre, el amor
suele sacar lo mejor de nosotros, el dinero y la política, lo opuesto.
Religión y contemplación se parecen mucho, al menos desde mi
perspectiva. RDM: Sin son insufribles yo ya
me fui demasiado temprano de la función como para calificarla… Salvo que
se trate de reguetón, Dios me libre. RDM:
Cuando caminaba tomando la mano de mis hijos pequeños, era en un barrio
del cielo… Ya no sabría dónde quedan esas calles, aunque aún vivo en
él. RDM: No, así como la ordenaste me satisface plenamente… Perfecto, Rolando, no lo podrías haber hecho mejor. RDM: Las palabras mueren en la
afasia y ello se produce cuando ya nada nos conmueve, el disco sigue
girando, pero ya no hay quien escuche. RDM:
La verdadera ideología del artista es su capacidad creativa, la verdad
del artista está en la obra. ¿Cuál era la ideología de Dante Alighieri?
La de Ezra Pound, el gran vanguardista, la conocemos todos. 28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa? RDM: Bueno,
quizás el error estuvo en mí, en creer en la promesa de esa persona. Y
trato de mantenerme a distancia, no sea cosa que me vuelva a equivocar.
Borges decía que no les prestaba plata a los amigos, por las dudas de
que no se la devolvieran. RDM:
A mi abuela Berta (Borka, en su idioma natal), el ser más maravilloso,
un ser de luz, inagotable luz que me sigue acompañando; ella era una
traductora, sin saberlo, ya que me contó cuentos que sólo había
pronunciado y oído en su lengua; su convicción para relatarlos era tal
que yo conocía la nieve a través de la palabra nieve, cuando era un
niño. Mucho después pude tocar nieve, en efecto, ya la conocía. Quizás
escribo gracias a ella, o, dicho de otra forma, su gracia me legó la
escritura. RDM:
La pasión puede ser estar en absoluto silencio, una mañana de domingo,
leyendo; considero que las pasiones son inescindibles del yo, no soy sin
ellas. Casi como los fantasmas, que ya de viejo he aprendido a
sobrellevar y convivir con ellos sin exaltaciones, a veces, incluso, les
tengo un poquito de lástima, ¡fijate éste, se ensaña con tan poca
cosa!, les suelo decir. Con las pasiones me llevo mejor, nos sabemos a
gusto el uno con el otro. RDM:
No sé, lo de alabado desmesuradamente puede ser en una época, luego eso
cae, no se sostiene; de todas formas, yo admiro a quién me entregó
algo, por ello no me interesa tanto la “alabanza”, prefiero la gratitud. RDM: Tan asimétrico que
puede ser simétrico. Escarbar en la naturaleza del amor suele ser poco
amoroso. No existen patrones. Nada tienen que ver estas extravagancias
mías, seguramente, con el poema de Luisa, muy buena poeta. RDM:
Puede depender de dónde me encuentre. A orillas del río: amanecer,
siesta, crepúsculo. Si en mi casa, en mi barrio: la mañana, el mediodía,
la madrugada. Pero el asunto es estar en ese preciso momento, en ese
lugar, no ausentarse, no de uno mismo, de la hora, del espíritu del
tiempo. RDM: Reuniones cumbres, no me
gusta, es como aquel poema del inmenso Horacio Castillo, cuando el
escalador del Everest llega a la cumbre y descubre al cielo tan distante
como antes (qué poeta Horacio Castillo, con él me reuniría en la cumbre
del Everest), pero, bueno, jugando un poco, me hubiese gustado un
encuentro entre Li Po y Thomas Merton, y si a eso le sumamos a Mozart
tocando el piano, ¡yo quisiera estar allí, oculto entre arbustos, o
sirviéndoles el té! RDM: Tablas, con tablas estoy hecho; con eso, yo que siempre pierdo, gano. | ||||
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