domingo, 21 de julio de 2013

Más allá de la ficción, por Verónica Nagore

Más allá de la ficción
Verónica Nagore
Destapo una botella, comienzo a dar grandes sorbos… Los recuerdos del ayer revolotean incesantemente, las imágenes de lo vivido son proyectadas vertiginosamente en una interminable película  que mi yo interior ha venido filmando desde pequeña, cinta que   de repente ya de adulta manda intermitentes flashazos de luz moviéndome  y tratando de subsistir en pleno medioevo moderno,  y tal vez para no perderme en tanta oscuridad me aferro a ellos, porque lo que veo en mi presente es una enorme prisión con barrotes invisibles que me espanta, me da miedo y decepción.
 Mis padres  provincianos me traían a la ciudad capital desde temprana edad, y desde que la conocí me pareció impresionante, simplemente un mounstruo gigantesco que devoraba seres sin cesar. En la primera visita grabe en mi memoria la sonrisa malévola de los gigantescos edificios y las calles llenas de seres que pasaban unos junto a los otros sin mirarse, sin reconocerse como semejantes.
Todos ellos se movían a gran velocidad como piezas de un rompecabezas donde no encajaban las piezas unas con otras, esos seres que aparentaban ser como yo, deambulaban, parecían estar habituados al ambiente lleno de smog,  al ritmo tan presuroso y sin descanso en el que viven en las grandes urbes, donde la gente no puede darse el lujo de tomarse un minuto para, ser, para respirar.
El Distrito Federal-por donde se le viera, estaba repleto de oficinas, fabricas, hoteles, moteles, empresas, tugurios, calles donde posa gran cantidad de gente que vendía su piel, su sexo,  placer.  Confieso que cuando ya era adolescente, me causaba morbo y emoción el ver a las prostitutas con sus cuerpos voluptuosos que se contorsionaban de una esquina a otra, esperando a los atrevidos catadores de su sexo… quién iba a pensar que con el paso del tiempo esto se convertiría en algo nimio que comentar.
  Qué curioso cuando escuchaba a mi madre decir que  para lo más moralistas la venta de sexo, era lo más escandaloso en los años setentas… y el mirar cómo se sonrojaba cuando llegábamos a la Glorieta Insurgentes y pasábamos por dos locales que aún existen y en los que se ven prendas íntimas  llenas de lentejuelas, plumas en colores fosforescentes y estoperoles  a la altura de las chichis o los huevos (testículos),  que según mi madre eran propias de gente “indecente”… esos sucesos para nada anunciaban el apocalipsis que se está viviendo hoy día y toda la decadencia y la mierda  que se respira, que se come, que se viste, que se mira… que nos gobierna.
Dicen que los tiempos pasados siempre son mejores que el presente mediato, yo no podría contestar a ciencia cierta,  pero si podría asegurar que me sentía  segura cuando caminaba al lado de mi papá por esa tripa inmensa llena de aparadores y negocios, llena de misterio y sorpresas, Avenida Insurgentes era un punto que no podía faltar en el itinerario de nuestros viajes anteriores y era el punto más clamado en mi agenda ahora que estoy de vuelta como adulta en esta Medea.
No es que todo en mi vida, en la vida, en la sociedad haya sido color de rosa, pues en los periódicos se informaba ya de los  muertos por los asesinatos que cometía el gobierno en contra de campesinos y obreros,  en provincia, se hablaba de muertos por riñas, en los noticieros nacionales se repetía y repite una y otra vez lo del feminicidio  de  las  mujeres asesinadas en Chihuahua, de los cuerpos encajuelados en Sinaloa y de que justo ahí se encontraban en rebatinga el liderazgo de los carteles de la droga y más recientemente se mencionaban los cuerpos inertes que habían sido colgados en Cuernavaca, justo en la glorieta de las Palomas… de lo famoso que se ha vuelto el estado de Morelia por el sembradío de marihuana en cerros y parcelas, que protegen con la vida l@s campesin@s y ni que decir de la estúpida guerra contra el narcotráfico que no logro ni logrará nada, sino romper con el código que existía entre ellos (los narcotraficantes) de no llevarse entre las patas a mujeres y a niñ@s, esa estúpida decisión “política”, empeoro por mucho la situación pues no consideraron que ahora son muchos los grupos y todos, to-dos quieren mandar.
Todas esas noticias, todas esas fotografías de los periódicos amarillistas o alarmistas que perpetúan la imagen de la violencia, como  “lo más normal”, no me quitaron las ganas de volver al Distrito Federal y hacer como antaño un recorrido por esa Avenida que tan gratos recuerdos me hacía albergar.
Si en este momento me pidieran realizara un comparativo  conductual, afirmaría que tanto en la capital como en provincia, la gente vive con miedo  y no sabe cómo sortear esta ola de violencia, porque dentro de nuestra formación jamás se nos dio la materia de cómo reaccionar ante una situación peligrosa, o una matanza o a un acto antiterrorista, jamás se nos educó para salir con chalecos antibalas y  no tod@s tenemos la fortuna de contar con un sequito de guaruras que nos protejan las 24 horas el frente y la retaguardia.
…Al llegar a la Ciudad, registrarme y dejar mis pertenencias en el hotel City Express que está muy cerca del Teatro Insurgentes, me apresure a cambiarme de ropa, ponerme cómoda, zapatos bajos  y salir a caminar, porque eso de subirme en Metrobús no se me da, la vez pasada  al querer bajarme, me dejaron sin bolsa y toda rasguñada, pues algunas de mis congéneres se comportan como vacas desbocadas.
En fin ya estaba decidida a caminar y recorrer Avenida Insurgentes, el día estaba soleado, hermoso  y mi corazón latía emocionado, iba tomando fotos con mi celular, para dejar  huella fotográfica de mi estancia en esta  compleja  Ciudad,  mis pasos  al inicio eran lentos, luego se hicieron más rápidos quería que me rindiera el tiempo para una andanza de ida y vuelta…y llegar hasta la Glorieta como cuando vivían mis papás.
Llevaba a penas unas  cuantas cuadras  cuando escuche el sonido de  motocicletas  acercarse a mí a gran velocidad y pensé... Ah esos estúpidos jovencitos que disfrutan de la adrenalina que provoca conducir así, cuando en un santiamén la gente que venía detrás de mí gritó… y en  fracción de segundos sentí algo, mire busqué y encontré un bulto en mis pies, algo que me golpeo,  cuando mire bien hacia abajo…el tiempo se congelo, mi mente se bloqueó,  perdí la lucidez,  sentí mojados mis jeans y no era para menos, estaban teñidos de un rojo subido y  en mis pies se hallaba una cabeza… una cabeza recién desprendida de un cuerpo que había pertenecido en vida a una mujer.
Me negaba a mirar, pero mi vista estaba fija con dirección a mis pies… la gente que venía atrás miró cuando uno de los tipos que conducía una de las motocicletas, metió la mano a un morral y tomó del cabello la extremidad desmembrada que rodo ante mis pies…
No podía  olvidar que al ir caminando por Avenida Insurgentes en un abrir y cerrar de ojos, cayó ante mis pies, una cabeza, el pánico supero al miedo, y me paralizo, sentí como la gente corría a mi alrededor, esos seres que caminaban sin mirarse como semejantes,  lanzaban gritos, se empujaban y yo, yo no podía gritar, ni gemir, mi alma se detuvo y por unos instantes también mi corazón, permanecí inerte, sin ser capaz de mover un centímetro  de lo que soy, sentí un sudor frio recorrerme, mis pies parecían clavados a la tierra, intente en vano dar un paso para salir de ahí lo antes posible, por esa sensación de que tal vez yo sería la próxima víctima… 
A  ciencia cierta no sé cuánto tiempo estuve ahí, a mí me pareció una eternidad,  lo único que percibía a lo lejos era la sirena de la policía, trate de respirar, un respiro que me pareció el despertar de un breve letargo, volví en mi cuando sentí una mano que me tomaba con fuerza del antebrazo, no grite, no gemí, sólo sentí que una lagrima tras otra  quemaban la piel de mi rostro al rodar sobre mis mejillas y tomar  rumbo a mis labios, donde sabían a hiel…  La voz de esa mano que me tomaba del brazo me dijo: - venga conmigo, se siente bien-… -necesitamos su declaración- , - qué vio-….
Cómo sentir, qué sentir, que decir después de lo que acababa de suceder, ahora que estoy en la ducha y me tallo con fuerza tratando de borrar esa escena, esa sensación. Está aún presente la imagen de esa cabeza que parecía de una mujer, pero mirándole bien en el recuerdo, puedo asegurar que era de una niña recién convertida a la adultez.
Aún estoy llorando, siento frío a pesar de que el agua que cae de la ducha llena toda la habitación de vapor… en qué momento dejamos de ser humanos, para convertirnos en esto… porqué ni siquiera acierto a definir.  Lo vivido el día de hoy.
Lo único que puedo afirmar es que este hecho supera por mucho todo, todo lo  que he visto en las películas de terror, supera  a la ficción de cualquier maquiavélico escritor.
Ya por la noche, en el radio se decía que  habían decapitado a una joven de 17 años que se negó a realizar una vuelta (entrega de marihuana  o cocaína), y como castigo, su cabeza fue arrojada en plena luz del día sobre una Avenida importante de la Capital. 
Al mover y tratar de sintonizar otra estación… el locutor decía: -Un descabezado más en la capital, en lo que va del mes- …
Y yo negándome a escuchar eso, me tape los oídos y una vocecita interior me repetía sin parar, una y otra y otra vez: la humanidad está sumergida en la desolación y el caos, paralizada, entumida… está siendo despojada  de su humanidad…
Nos estamos asumiendo como animales deseosos de sangre, de violencia, dominados por instintos de muerte, de suicidio, somos seres que cada vez más se acostumbran a la podredumbre, al hedor.
Salí del baño desnuda… abrí una botella, le di unos tragos y en ese momento los recuerdos revolotean incesantemente, las imágenes de lo vivido eran proyectadas vertiginosamente en una interminable película  que mi yo interior filmo, cinta que  me hace confirmar que tal vez no podré resistir en este medioevo moderno. La cinta repetía incesantemente desde el momento mismo que caminaba por Avenida Insurgentes y sentí rodar algo ante mis pies, y mire  que se trataba de la cabeza desprendida del cuerpo de una mujer… por qué… por qué… por qué,  mi voluntad sostenida de un hilo y mi corazón sumergido en torbellino… rodaron lágrimas  de tristeza que quemaban mi rostro y al llegar a mis labios sabían a hiel.

Sigo dando sorbos a esa botella, esperando que el efecto del vino borre esa escena y pueda respirar paz y en paz…

¡¡¡¿¿¿Cursi yo???!!!... nunca…jamás, por Verónica Nagore

¡¡¡¿¿¿Cursi yo???!!!... nunca…jamás
Verónica Nagore
Ser grosera, guarra, voluble, rencorosa, caprichosa, mentirosa, egoísta, erótica, exótica, escatológica, maniaca depresiva, sexosa,   compulsiva, golosa y sensual, se me da y con mucha facilidad, pero ser  cursi no…nunca... ¡jamás!.
Soy una mujer fría, calculadora, independiente, autosuficiente, temeraria, valemadrista (sólo a veces); me chocan las sorpresas, los aniversarios, los cumpleaños (sobre todo el mío) ah porque que ganas de joder de mi familia cuando llegan a casa sin avisar con pastel en mano lleno de velitas ( pues ya mejor que pongan un cirio pascual), gritando a los cuatro vientos los años que estoy cumpliendo…
Odio las mañanitas, las serenatas, esa manía de mi marido (bueno ya ex) de tomarme todo el tiempo de la mano; odio el que un wuey te lleve durante meses, rosas,, chocolates, peluches y una vez que te lleva al hotel para cogerte, se olvide  de todo eso…
Odio ver las caras de esos ojetes infieles, que celebran doble el 14 de febrero, cual si fuera el día de la máxima expresión del amor, si supieran los sinvergüenzas  que justo en esa fecha una pareja se dijo para siempre adiós, pues el fulano que seguramente se merendaba a la bella dama, espero y espero  afuera del hogar de la citada y ella jamás le abrió, por lo que pasó la noche a la intemperie y literalmente el frio lo mato.
…En fin, estoy haciendo esto porque mi loquero, sugirió (entiéndase exigió) a los que acudimos a terapia grupal, que experimentáramos en soledad la cursilería y porque en verdad necesito superar los estragos que me dejo mi decimo divorcio y alistarme para que me vuelvan a amar.
. Me adentraré en mis emociones, intentaré vestirme la piel con el oxímono, antagónico, antónimo de la frialdad…Haré una introspección y tal vez muy, pero muy en el fondo de mi ser, encuentre algún momento, episodio, de perdida un mísero instante donde mi comportamiento pueda tacharse de “ cursilería”…
Respiro profundo, inhalo-exhalo, pongo música romántica, prendo velas rojas, inciensos de canela, apago luces, extiendo al pie de mi cama, el tapete de yoga, me pongo ropa cómoda y tomó al único peluche que me ha acompañado desde infanta y me dispongo a meditar…
Inhalo- exhalo, me pongo en posición de flor de loto, pero como no me acomoda, elijo el suelo y asumo la fetal… cierro los ojos y me adentro en el túnel del tiempo, respiro pausado y después de un rato, me logro mirar acurrucada y placida, dentro del vientre de mamá…(ups creo que exagere en mi regresión)…adelanto las manecillas del reloj de mi imaginación y vuelvo a sumergirme… me veo cuando niña, vestida toda de rosa, abrazando a Nando mi peluche  y chupando un enorme chupirul… mmm no tampoco me sirve… me adelantare más.
…Exhalo y me veo adolescente, soltando mi corpiño y probándome mi primer brassier…wuau estoy sonriendo bañada en plenitud.. ¡¡oh sí!!, tal vez en esa etapa encuentre algo.. aprieto los ojos y busco en mi interior con desesperación… por fin se me ha venido ( sin albur) una extraña sensación, siento presión en mi pecho, es otro el ritmo de mi respiración… qué pasa… qué me pasa… se vuelcan de repente sensaciones, revolotean en mi cabeza consonantes, vocales… sílabas… palabras… enunciados, puedo verme escribiendo ilusionada:
Quiero encontrar un amor, que vaya más allá de la mentira y la verdad…
Qué es eso, ¿¿Un poema??... Yo escribiendo eso… ¡¡no mames!! , me digo, escribí ese “estúpido poema”, pasados los dieciséis…respiro, siento un espasmo recorrer mi ser, me niego a abrir los ojos, abrazo a Nando…puedo recordar a ese primer chico que hizo latir aún más fuerte mi corazón…puedo sentir ese hueco en el estómago que me provocaba cuando lo veía acercarse a mí…él fue el culpable de que me hiciera pis, por la emoción provocada cuando se me declaro…Pensándolo bien, estúpido no fue mi poema, sino él por romperme mi corazón.
Jajaja…comienzo a llorar, inhalo-exhalo, el olor a canela perfuma mi habitación, cambio de posición, pongo a Nando como almohada y suspiro sin parar, veo cada punto, cada coma de ese poema, abro los ojos, me apresuro a tomar algo donde apuntar, tomo unas servilletas, un delineador, enjugo mis lágrimas y empiezo a escribir:
Quiero encontrar un amor, que vaya más allá de la mentira y la verdad,  que no sea una prisión, que huela a libertad, manteniendo siempre un principio y nunca un final, abrazando sin miedos ese fuego corporal.
Quiero encontrar un amor,  al que me pueda entregar en una forma total, con el alma siempre desnuda, sin fingir sin actuar, en donde mi pareja comprenda que nunca dos han pensado totalmente igual, que somos diferentes y eso precisamente nos une más.
Quiero encontrar un amor, diferente a todos los que hay, que sea tierno, salvaje, sin caer en lo vulgar, donde los sentimientos, las emociones que poseemos como humanos se sepan conjugar, donde la comprensión la ternura y el respeto nunca puedan faltar.
Quiero encontrar un amor donde siempre se comparta lo que vaya bien, lo que vaya mal. Un amor donde se busquen cosas nuevas, para no caer en la rutina, en lo cotidiano, que es lo que suele cansar.
Quiero encontrar ese amor, donde los bellos momentos no se lleguen olvidar y en ti estoy segura lo voy a hallar.
…¡¡¡Qué asco!!!, cuanta miel, ya sé porque olvide ese capítulo en mi vida… Cierro los ojos una vez más, me puedo ver con los ojos de ilusionada entregándole a aquel  mequetrefe, un globo plateado en forma de corazón, con nuestros nombres grabados en rojo, al final del hilo estaba  amarrado un sobre rojo, con una pareja de chicos tomados de la mano y adentro de ese sobre venía una carta escrita en una hoja perfumada con Chanel y junto al punto final grabe mis labios carnosos deseosos de su  miel…
El petete, inútil, al desatar el nudito que sostenía la carta dejo ir el globo (que mande a hacer especialmente para él y en el que me gaste todos mis ahorros), sin siquiera apreciar que estaban grabados nuestros nombres en rojo; luego tomó el sobre, lo puso a la luz y como vio que la misiva venía diminutamente doblada, la empujo hacia una orilla y sin piedad lo rompió a la mitad,  sin admirar lo que hicieron mis manos artesanas dejando a esa pareja en 3D, para el colmo de males desdoblo la hoja sin darse cuenta que estaba perfumada y que junto a mis labios grabados con labial indeleble había una dedicatoria especial.
Después de que ese idiota dejo ir el globo, rompió el sobre sin piedad y desdoblo la carta…sin siquiera leerla, olerla, la guardo en la bolsa de su pantalón …sólo dijo ¡ah gracias! Con desgana, sin mayor  emoción… Pude ver mi rostro lleno de rabia, me vi bajar la mirada y repetir en silencio y con rabia… sólo dijo gracias y me vi llorar. Eso no fue todo, a la semana ese tipejo rompió conmigo y comenzó a andar con dizque mi amiga, según sus amigos porque ella si era de espíritu libre, desparpajada, despreocupada, entiéndase una fácil con quien podía fajar cuando le diera la gana…

Ahora comprendo porque me volví una perfecta  y soberana cabrona, tome entre mis manos a Nando mi oso y vocifere…sólo gracias, no hubo de su parte un te amo… te quiero… mínimo un me encantas… Después de todo lo que me esmere por el globo, el sobre, la carta en hoja perfumada, mis labios carnosos al lado del punto final y esa dedicatoria especial… ¡¡¡ah mayúsculo animal!!!, pendejo de cuarta… luego de repasar estos recuerdos puedo asegurar…cursi yo nunca… jamás.. corrijo ya nunca más.

sábado, 6 de julio de 2013

Atrapados, de Lina Zeron

ATRAPADOS
Lina Zeron


Tomados de la mano, en la estación Concorde, nos apretujamos contra la gente para entrar al vagón del metro, yo logro pasar casi por completa, pero nuestras manos quedan atrapadas entre el plástico de las puertas del tren y el cuerpo de mi amado en medio de las de cristal que protegen a la gente de las vías electrificadas. 


Se escucha el pitido del metro, ya se va y nosotros atorados. Grito, él jala con fuerza hacia afuera, yo hacia adentro. Sentimos un leve movimiento, creo que arrancará mi mano. Volteo a ver a la gente que me rodea, por fin reaccionan y entre varios hombres fuerzan las puertas. Logran abrirla 35 centímetros y mi amor entra. Suspira profundamente, agradece a todos. Su pálido rostro besa mis labios, lo abrazo, lloro y doy las gracias al universo de estar enamorada de un hombre tan delgado.