Trío
Arturo
Texcahua
Se abrió nuevamente al sueño y se acomodó en
la posición de siempre.
Que ellos dominaran con la acción absoluta
desde lo alto de su cabeza hasta la última célula de sus fatigadas extremidades.
Que se hiciera y deshiciera.
Que se desdoblara, redujera y ampliara todo
lo sentido hacia atrás, hacia adelante, desde abajo y desde arriba, vueltos
aguas, convertidos en miel pegajosa, alquimia, elíxir, creación de ritmos
reinventados con la lengua-vulva-mano, con el falo-dedo-labio.
Lamerones reducidos al principio de esos
otros misterios.
Él no permitió ningún descanso, con varios
instrumentos aplicó el mejor esfuerzo.
Ella sorbió, tenía esa sed interminable que
más asustaba. Los gritos, la prueba, los placeres desde más allá estallaron no
solamente desde su miembro. Compartieron solidarios, camaradas.
Bramó, el dolor entró como una fina navaja de
acero. El temblor fue una cadena de estremecimientos que rompieron su miserable
gobierno. Uno se rindió. Otro se encajó sin límites hasta lo más profundo. Aquel
apretó sin vacilaciones. Ella se acarició como a un peluche cursi, él apretó
como si tuviera fuerza, otro no pudo decir more como en las películas. Hubo
silencio.
Después, cuando se creyeron como al inicio,
volvieron al sueño y, sin piedad, nuevamente se abrieron.
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