viernes, 14 de junio de 2013

Trío, Arturo Texcahua

Trío
Arturo Texcahua
Se abrió nuevamente al sueño y se acomodó en la posición de siempre.
Que ellos dominaran con la acción absoluta desde lo alto de su cabeza hasta la última célula de sus fatigadas extremidades.
Que se hiciera y deshiciera.
Que se desdoblara, redujera y ampliara todo lo sentido hacia atrás, hacia adelante, desde abajo y desde arriba, vueltos aguas, convertidos en miel pegajosa, alquimia, elíxir, creación de ritmos reinventados con la lengua-vulva-mano, con el falo-dedo-labio.
Lamerones reducidos al principio de esos otros misterios.
Él no permitió ningún descanso, con varios instrumentos aplicó el mejor esfuerzo.
Ella sorbió, tenía esa sed interminable que más asustaba. Los gritos, la prueba, los placeres desde más allá estallaron no solamente desde su miembro. Compartieron solidarios, camaradas.
Bramó, el dolor entró como una fina navaja de acero. El temblor fue una cadena de estremecimientos que rompieron su miserable gobierno. Uno se rindió. Otro se encajó sin límites hasta lo más profundo. Aquel apretó sin vacilaciones. Ella se acarició como a un peluche cursi, él apretó como si tuviera fuerza, otro no pudo decir more como en las películas. Hubo silencio.

Después, cuando se creyeron como al inicio, volvieron al sueño y, sin piedad, nuevamente se abrieron.

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