CARCASS
(Carne
muerta)
Mary-Tony
Nalene suspiró feliz, por
fin estaría a solas con Austreberto. Era la primera vez, desde que se casó con
Fidelina, que podría tenerlo a sus anchas. Seguramente ambos gozarían este encuentro
(Aus) –como ella le decía- siempre la esquivaba para no tener problemas con su
mujer, pero esta vez no podía escaparse. Ella y Austreberto fueron novios
durante algunos años y se amaban, aunque para poder casarse él ponía una
condición: que Nalene cambiara de trabajo, ella no quiso hacerlo, le costó no
poco esfuerzo conseguir ese puesto en la morgue. El contacto con los muertos no
le causaba ningún temor, tenía muy pendiente una frase que solía repetir su
abuela: Cuídate de los vivos hija. Los
muertos ya están muertos, no pueden
hacerte nada, pero los vivos sí. En cambio a su novio no le gustaba aproximarse
a ese lugar. Sentía tal repeluzno que ni siquiera iba por ella cuando Nalene
salía de trabajar. Fuera de ese detalle, llevaban una amorosa relación, hasta
qué se atravesó; ¿en qué maldito momento?: ¡Fidelina!, Nalene no se explicaba
por qué su novio la había cambiado por otra. ¡Qué además estaba coja!
Llegó a su trabajo y entró al lóbrego
recinto, con esas siniestras luces blancas propias de los hospitales donde
yacen cadáveres en frías planchas como último lecho. La mayoría estaban vacías
así que no le fue difícil dar con lo que buscaba. Ahí estaba Aus. Levantó la sábana que lo cubría. La
muerte no había afectado su apostura; se veía tan guapo, parecía dormido.
Nalene le dijo:
-- ¿Ves, querido? tú que ni siquiera
venías por mí, para no acercarte a los muertos, quién iba a decir qué estarías
aquí a solas conmigo, ¿nunca pensaste que te daría un infarto en plena calle
verdad? Y sin identificación. Yo nunca voy a comentar que te conozco porque tu
familia vendría corriendo y echaría a perder todo. ¿Sabes? Te voy a hacer el amor como nunca te lo han
hecho, porque no creo que esa coja, sepa coger mejor que yo.
--Te daré tanto calor con mi cuerpo que
hasta vas a querer despertar; le costó trabajo subirse a la plancha y montarse sobre
ese cuerpo duro y frío. Abrió su blusa paseando sus pechos por la cara de
Austreberto, pugnó por introducir un pezón en esa boca de labios gélidos y
comprimidos, acarició con placer el cuerpo desnudo, murmurando palabras de
tierno reproche.
--Si
hubieras estado conmigo no te habría pasado nada amor. Pero preferiste a la maldita
coja. No, no vine a reprocharte,.. Se desnudó totalmente y empezó a rozar, esa
ave lánguida y fría. lamiéndola de arriba abajo, luchando por hacerlo
reaccionar, después de muchos esfuerzos,
logró meter una mínima parte en su vulva
completamente húmeda, moviéndose en lúbrico
frenesí. Cabalgó delirante besando, mordiendo ese cuerpo sin vida, que cobró una
extraña tibieza quizá debida al combate amoroso en el qué sólo ella tomaba
parte activa. Nalene explotó en un clímax demencial estrujando con tal fuerza
los despojos de Austreberto que cayó al suelo con el cadáver encima. Desesperada
trató de zafarse de la helada caricia pero le fue imposible, pues con los
bruscos movimientos la cama de metal se ladeó cayendo sobre ellos.
Al día siguiente; los empleados de la
morgue sufrieron un sobresalto al ver esos cuerpos desnudos, enlazados al
parecer, amorosamente. Y más se sorprendieron al darse cuenta qué la mujer era
Nalene; su compañera de trabajo. Se desataron toda clase de comentarios pero lo
qué más se preguntaron fue ¿cómo carajos le hizo para que quedaran cobijados con la plancha?
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