LOS SONIDOS DE MI
PUEBLO (TULYEHUALCO)
MELCHOR MOLOTLA MOLOTLA
Tengo la certeza de ser una
persona afortunada de vivir el mundo de mis padres y el mundo de mis hijos, dos mundos totalmente
diferentes.
El mundo de mis padres fue compartido
con nosotros sus hijos; su mundo rural fue de campo, donde se escuchaba el
canto de las aves, esas pequeñas criaturas que inundaban los cielos limpios y
azules de mi pueblo, en contraste con las aguas nítidas y cristalinas de los
canales y acequias de las chinampas, rodeada de ahuejotes simulando soldados custodiando
a tan preciado legado de nuestros abuelos.
Los sonidos del relincho de los
caballos o el trote de estos, mugir de las vacas pidiéndole a su dueño de comer
o de tomar agua. Sonidos comunes que prácticamente ya desaparecieron.
Dentro estos sonidos comunes que generaba nuestras actividades cotidianas;
era la ordeña y darles de comer el salvado a las vacas para después sacarlas a
pastar, ya sea en la hacienda o en lo de chavarria lo que hoy es la quiahuatla,
era un mundo de ganado el que salía y en
el trayecto por las calles se escuchaba
el bramido de las vacas recién paridas buscando a su crió, sobre todo las primerizas
que no sabían como estaba la onda; con
estas era una pachanga para ordeñarlas pues no estaban acostumbradas que les
jalaran las chichis ¡carajo! Eran mentadas de madre y uno que otro madrazo hasta
que por fin las amansabas. Las vacas mas grandes ya sabían y no se tenia
problemas en cuanto a la ordeña, pero una que otra ves se les metía el diablo y
pateaban hacia enfrente y casi te ponían de sobrero la cubeta de ordeña o te empezaban a golpear con la cola para
molestarte ¡que pinché coraje! por que a
veces te pegaban en la cara y te la metían hasta en al boca, pos ni modo madrazo
seguro y mentadas de madre por toneladas y deberás no es que fuéramos mal
hablados si que nos hicieron que fuéramos así.
Nuestras madres en la cocina atizándole
al tlecuilt muy apuradas para calentar la comida o hacerla para los que se iban
al campo o a la escuela por la mañana.
Nuestro desayunado y comida era
en base a lo que se producía: leche, carne, el maíz en su diferentes formas, en
tlaxcales, hitacates mezclados con nata, atole, pinole con azúcar, quesadillas
con flor de calabaza o de huitlacoche, requesón, calostros(leche tierna), etc.,
etc., no faltaba los frijoles en todas su formas, con calabacitas, molidos con
sus respectivo epazote, en algunas ocasiones con nopalitos o con tunitas o con
xoconostles, los amanehuas; los frijoles
amanehuas era fríjol tierno recién cosechado del cerro.
Imagínense con unas tortillas a mano recién salidas del
comal y acompañado con unas rajas de chile fritas o un chile molcajeteado. ¡Me
cay eso si era comer!
El sonido de la leña quemándose,
el grito de nuestra madre pidiendo mas leña, o el grito dense prisa que ya es
tarde para ir a la escuela y no han terminado de atender las vacas.
Por las tardes todo un poco mas
tranquilo nuestras madres nos llamaban para comer y como en ese tiempo cada
familia tenia mínimo cinco hijos, nos sentaban alrededor del tlecuitl para que cada uno de nosotros tomara las
tortillas que nos comeríamos, pero ¡ahí! ¡Ahí! Estaba el problema el comal no
nos daba abasto y eran unas pinches peleaderas de la rechingada, pero al final
nuestras madres sabían cuanto comía cada uno de nosotros, y alcanzaba para
todos.
Después de terminar nuestros labores,
salíamos a jugar; salíamos y entrábamos de las casas de
los vecinos, no había ninguna restricción, ¡éramos libres!.
Dentro de estos juegos estaba el
frontón; no había pared que no acusara las huellas de las pelotas y las calles
se convertían en canchas de fut bool.
Ya por las noches después de
hacer la tarea ¡ha! escuchar tu programa favorito de radio . La radio te
trasportaba al mundo de la imaginación y en un abrir y cerrar los ojos estabas en la selva, en los ríos, en las montañas. Escuchabas el ruido de la lluvia, los gritos de peligro,
el aullar de un coyote, el sonido del disparo de una arma de fuego y todo era
alrededor de ese aparatito. Se formaba
un ambiente de suspenso entre las personas que lo escuchábamos.
Los programas mas populares de la
radio, Kaliman, Cucho el roto, Profirió Cadena el ojo de vidrio, Programas
musicales, el rock en español, y un chingo de anuncios comerciales.
ENTRA LA TELEVISION:
Pocas familias podían darse el
lujo de tener un aparatito de esos, era caro,
en consecuencia pocas televisiones había en el pueblo y para verlas teníamos
que ir con Doña Maria la Cucurucha o con Doña Aurelia Mendoza esposa de Félix
Mundo. El costo de la entrada a la tele era de 20 centavos ¡de aquellos
tiempos!
Algo que no puedo dejar de
escribir.: fue cuando mi abuela compro
su televisión, “Blanco y negro” de bulbos ¡como los radios!, con tecnología de
punta ¡que maravilla!, para nosotros era un aparato muy novedoso. Recuerdo que
los técnicos la instalaron y le comentaron que debería probar la televisión y si le gustaba o no, mi abuela muy cuidadosa con el fabuloso
aparato, no nos dejaba pasarle a otro canal, puesto que tendrían que llegar los
técnicos a enseñarnos como se hacia. ! Que cosas no!
Los programas mas vistos fueron “Eran tres de caballería, en el viejo Oeste
Americano”, “Rin tin tin, perro soldado y su dueño Rosty”, “El llanero
solitario y su fiel amigo Toro”. “La Ley del Revolver con el peculiar Chester”,
“Los locos Adams con el tío cosa y el amo de llaves, Largo,” “Hechizada hermosa
mujer y sus travesuras de bruja buena”, “Mister Ed, el caballo que habla”,
“Lassie no se si se escriba así, en la granja”.
La tecnología electronica entro a
mi pueblo a mi barrio y cambio poco a poco nuestro modos vivendus
El cine de Tulyehualco también
llamado el de la viga;
Su nombre es debido que en lugar de butacas como
asientos eran vigas descansadas en
troncos de árboles !Ha! y eso no es todo, el cine tenia un altavoz en frente
junto a la pantalla, del lado derecho a la vista de todos y cada ocasión que se rompía la cinta ¡si la
cinta!, ¡aunque ustedes no lo crean!, y
después venían los chiflidos, gritos y pedradas a la bocina y mentadas de madre. ¡Creo que era
parte del folklore!
El cine se encontraba en Av. La
paz entre Josefa Ortiz de Domínguez e Ignacio Zaragoza, ahora casa de la
familia de Don Pepe Villarruel, era una casa semi derruida, con una
construccion vastante antigua, hecha de cal y canto, a un lado de esta estaba el local casi al aire libre, su techo
de laminas de metal y piso de tierra, el proyector estaba en la parte
tracera de la sala sobre un árbol en una pequeña cabaña tipo tarzan (Arroz) y
de pantalla un aplanado de yeso sucio con excremento de mosca..
Para promocionar el cine pegaban
cartelones en todos los postes de pueblo, también utilizaban una camioneta armada
con un altavoz anunciado películas en todos los pueblos Otra forma de promover
el cine fue en el propio cine ¡ahí! se
colocaba un altavoz arriba de la casa, pero dentro de estos anuncios no faltaba
quien se pusiera a cantar como el Pedro “el pica piedra” que demostraba sus
dotes de cantante.
Principalmente se exhibían
películas relacionadas al campo mexicano, las del Santo o de terror. ¡Cuando eran
de terror mi amigo! ¡No masques! para regresar a casa habría que chigarse, por
que el pueblo tenia un piche foquito en cada esquina, las paredes de las casas
eran muy altas, y las leyendas de espanto del pueblo, formaban un ambiente
cabrón sobre todo para mi que tenia que pasar por algunas casas abandonadas,
coma el molino de aceite de olivo, el callejón de los palacios, que estaba muy
obscuro y el foquito de la esquina de mi casa que no alumbraba ni madres ¡que
miedo! Pero eso si a otro día presumiendo de que fui a ver la película ¡que chingón no!
El sonido del reloj del pueblo, tenia
o tiene ¿no se? Cuatro tamaños de
campana, la mas grande marcaba la hora y las restantes eran para marcar los 45,
30, 15, minutos, cada campana tenia su
rol, dependiendo el tamaño de esta, la mas grande tenia un sonido mas fuerte
que las demás y la de 45 minutos su sonido era menor y así hasta llegar hasta
los 15 minutos.
En ese tiempo no todos contábamos con un reloj en casa, no como ahora que dizque digitales con muchos
sonidos y hasta con todo tipo música.
En Tulyehualco toda la población escolar
tenia muy presente tres sonidos; el del reloj que siempre estaba adelantado con
5 minutos, creo que subdelegado y que ahora se le llama coordinador territorial
adelantaba el reloj, para que todos nos diéramos prisa al sonido de de las
campanas, el segundo sonido aun mas
fuerte era el escape de la chimenea de
la empresa INTECOMSA. Prácticamente era la segunda llamada a clases, y chinge a
su madre, todos corriendo, era una boruca en las calles encabronada, las madres jalando a los hijos para que no llegar
tarde a sus clases. A veces con un baño ranchero con olor a vaca y descalzos por que no había pa mas.
El tercer sonido era ya dentro de
la escuela, ese sonido, era la campana que mas que campana era un tubo de
fierro, que don panchito tocaba con una martillo, pero ! ahora si¡ ya nadie podía
entrar a las filas de cada grupo, por que ya se iba hacer la ceremonia y
honores a la bandera y no se podía interrumpir ese acto cívico, en donde se tocaba
el himno nacional y se pasea la bandera, dentro de este acto había recitaciones
y palabras del director haciendo alusión a la patria.
Don Panchito como todos lo conocíamos
era un señor alto de unos 65 años de edad, bonachón, muy fuerte, impactaba su corpulencia, pero
bondadoso, en contraste con el director
don benito caballero hombre serio atento y caballeroso impulsor de la
educación en Tulyehualco.
Algo que no olvido son los chiflidos:
Sonidos peculiares guturales:
cada familia tenía su propio chiflido, era una forma de comunicación común
dentro de nuestro pueblo.
¡Pero como nadie! Tulyehualco tiene un chiflido en común que se esta perdiendo en el tiempo,
chiflido que nos identifica en cualquier
parte del mundo, hasta en china, como cuando
el equipo de Tulyehualco piso las canchas de ese remoto país.
En los encuentros de fut bool., era una pieza fundamental e importante
de comunicación, hasta los cronistas de fut bool hacían comentarios sobre este fenómeno.
El chiflido fue pieza fundamental
para los novios,
Cuando tú ibas a ver a tu chica
lo primero que hacías era chiflarle para que ella supiera que tú estabas ahí.
Tú como novio tenias que inventar
un chiflido que te identificara que eras tú, para que ella saliera sin error.
Ahora chiflarle a una novia es
una mentada de madre, o le hablas por celular o chateas en computadora o
simplemente por el teléfono de casa.
Estos son los sonidos de las
actividades cotidianas de un pueblo rural típico, de aquellos años en donde no había
carros, carros y más carros, que nos han facilitado nuestras vidas pero que han
limitado nuestra libertad cotidiana. Ya no hay el grito en las calles de gool o el tanteo de vamos 2 a 1, sale bola, o el ya
me robaste un tanto.
Ahora para practicar cualquier activadas
física debemos acudir a lugares
especiales, encerrados. Se perdió el barrio y sus sonidos ancestrales.
El barrio era nuestro como lo fue
de la palomilla (grupo de jóvenes de la época de nuestros padres).
El barrio era identificación, convivencia
y después nuestro pueblo como nuestra
matria que los vio y nos vio nacer, crecer y morir.
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